miércoles, diciembre 13, 2006

Como una estrella fugaz




Hoy es precisamente el día en que "caerán" o se observarán en el cielo unas 40 estrellas fugaces por hora. Son llamadas Gemínidas, brillantes y blancas (aunque también algunas amarrillas, rojas o verdes). El cuerpo progenitor de las Gemínidas es el asteroide(3200) Phaeton.

Así de fugaz a veces puede ser la visita de una amante. Fugaz pero no por eso menos intensa. Curiosa, casual, provocada y definitivamente arrasadora.

Un atardecer donde no había tiempos, ni planes. Había sí, el deseo de estar bien y hacerte sentir bien. Una amante no dejará anclado el corazón pero no carece de él. Tiene un lugar para su amante donde se interna sin medir distancias, sin medir intensidades. Tiene un lugar reservado para esa lucha tan personal con su contricante tan deseado. Es una lucha única, particular y siempre renovada. Es una lucha que deja a ambas exhaustas pero satisfechas de saber que cada una ha dado todo lo que podía dar.

Ayer fuí como una estrella fugaz, pero tenía ganas de encontrarte. Tenía ganas que te reconcilies con mis formas, mis dichos, y mis fugas. Tenía ganas que disfrutes un instante cercano aunque no siempre sea constante en el tiempo. Instantes. Momentos. Pero no quiero que te detengas en mis ausencias sino en cada presencia que puedo dar.

Supimos exprimir cada minuto que tenía. Supimos sacarnos jugo hasta que no hubo más. Me fuí con la sonrisa de aquel que se lleva en su bolsillo un montón de pequeños soles que nacieron de entre tus manos. Esas mismas que me recorrieron una y mil veces.

Gracias por este otro regalo:

"Juegos orales: la “i” / ¿Y?
Me llega la “i”. Desde la pregunta (¿ Y, mi amor, qué hacemos?) y desde la simple vocal que me sirve para jugar ahora. Sonora pero indecisa. Ni abierta ni cerrada, me coloca los labios en la postura justa para que te pueda ofrecer casi una sonrisa. Abro la boca lo justo y necesario para poder recibir tu índice. Lo dejo pasar entre los labios. Intento resistir en vano la primaria tentación de morderlo (cachorra, yo misma). En vano, digo, clavo un poco los dientes y compruebo la resistencia de tu carne. Te dejo el ingreso y te alojo sobre mi lengua. Te inmovilizo. Yo voy a decidir los movimientos de tu dedo en mi boca, voy a dejar que penetres y, finalmente, serás expulsada. Emito el sonido de la “i”: el aire y la vibración te hacen cosquillas en la yema del dedo. Los labios se estrechan con el peligro de articular otra cosa. Bajar hasta la penumbra de la “u”, por ejemplo. Pero no es el caso. Apenas cierro un poco la boca para mantenerte en tu lugar y te acaricio con mi lengua. Te propongo el desafío de reconocer cada rugosidad, que identifiques cada palmo de mi lengua. Que tu dedo pueda conocer dónde está la captación de cada uno de los sabores. Tu yema será el placebo de lo ácido, salado picante. Y yo te voy a saborear.
Pasaste ayer como una ráfaga. Hablamos de aire deseable, fresco, gozoso. Pero me queda una sensación de huracán. Sin tiempo para palabras ni juegos. Tal vez sean los 20 minutos más intensos que hasta ahora nos hemos dedicado. Así, nuestro encuentro. Ofreciste un breve cielo, tesoro, no puedo menos que poner las estrellas. ;)"

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya, a mediados de diciembre son vuestras estrellas fugaces??. En España la lluvia de estrellas las tenemos a mediados de agosto y he oído que se las llama las lágrimas de San Lorenzo.

Colegio de Monjas dijo...

Me dió tristeza :(

Anónimo dijo...

Felicidades, veo que has encontrado una botella con la geniecilla adentro.
mas leo los blogs, mas os admiro(envidio?)...
mis cariños desde España

Colegio de Monjas dijo...

Gracias Fan-reader pues sí, la magia existe y es bueno descubrirla alguna vez. Solo hay que saber encontrarla.