lunes, marzo 21, 2011

La llamada o ... tu voz

Acababa de entrar a mi casa y el teléfono sonó. Lo atendí y eras vos.
Creí que moría de la emoción. No sabía qué podía ser lo que te impulsara a llamarme.
Tanto tiempo que no te escuchaba.
Tanto más que no te veía.
Miles de veces tu recuerdo me empujaba a llamarte, a mandarte aunque sea un estúpido mensaje por celular.
Tu voz era suave y particularmente cálida.
Creo que los momentos que pasamos pertenecen ya a una vieja película. Sin embargo, bien quisiera que hubiera una remake. Bien quisiera que fuera como ayer o mejor.
Nuestras vidas circularon por otros lugares, sin embargo hay un pequeño espacio que nos es propio.
No sabés cómo mis sentidos se trastornan con el más simple de tus relatos. Te escucho pero siento que estoy en otro espacio. Impulsada hacer todo lo que no pude hacer aquella tarde.
Quisiera quebrar la distancia y armar un nuevo tiempo y espacio.
Yo no sé si hay sincronía. Yo no sé que será ni qué sucederá. Yo no sé, pero sé que vuelvo a tener mi corazón latiendo a mil pleno de felicidad.
Miro por la ventana y descubro que entre los edificios tengo una luna enorme, brillante y curiosa que me mira cómplice.

lunes, marzo 14, 2011

Hechizo o... tus manos

Hablamos toda la tarde. Nos presentaron, y fué como si hubiera sido una tarde más de encuentro con alguien que conocía de hace años.
Pasamos revista a toda tu vida, tus ilusiones y tus crisis. De inmediato reparaste en tu interlocutora y ahí me tocó mi turno. Tu mirada no escapaba a mi mirada que grababa cada gesto femenino, cada sonrisa pícara cómplice.
Era una extraña fresca tarde estival donde nuestro mundo era la naturaleza y la mesa que nos unía en una privada charla de amigas. Sin embargo el mundo danzaba a nuestro alrededor. Giraba pero mi mirada y atención no lograban apartarse de vos.
Cuando uno logra esa comunicación el tiempo se disfruta a cada milésima de segundo.
Te levantaste a traerme un refresco y el movimiento de tu pollera tenía la misma seducción del andar de tus caderas.
Tu pelo caía por tu espalda como cascada. Caía escondiendo tu bronceada piel.
Tu rostro enmarcaba la simpatía y la fuerza de cada gesto.
Tu sonrisa me hacía una fan más de tu secreto grupo de admiradores anónimos.
Esos ojos marrones profundos, grandes llenos de luz. Esas manos...
La tarde cae y miro al cielo. Respiro profundo y por un momento creo que el mundo se detuvo. Tu perfume me despertó como una caricia.