viernes, febrero 24, 2006

No me hago la película


Vuelvo a ver tus manos. Esas manos que siempre me gustaron. Esas manos llenas de madurez.

Una mano sostiene una frutilla muy roja y brillosa. Muy llena de placer. Ese mismo placer que siento al ver el recorrido que hace por tu pecho. Ese recorrido que finalmente descubre tu seno.

Un seno, un pezón turgente y tu mano jugando con mi frutilla. Con mi deseo. Con mi inocencia y miles de vagos recuerdos. Con una renovada inocencia que busca una nueva emoción.

Tus manos siguen siendo mis protagonistas favoritas. Tu cuerpo sigue teniendo esos caminos que no siempre son fáciles de recorrer pero que aquel que los conquista logra ganar finalmente, ese tan deseado fruto húmedo prohibido.

Tus manos siguen jugando con mi atención. Siguen recorriendo tu suave pecho. Siguen tentándome a tocarte una vez más. Tus manos entonces cubren tu seno y la imagen se comienza a fundir en un profundo negro que me da finalmente un poco más de respiro.

Pero no todo ha concluído. Aún queda un poco más. Tu mano guía a mi frutilla y a mi mirada hacia el refugio de tu placer. Mi mirada penetra las sombras y comienza a imaginar tu entrepierna levemente iluminada. La adivino y la vuelvo a descubrir. Tu mano sigue seduciéndome y me invita a recorrerte cuantas veces quiera.

Finalmente tu mano se libera de mi frutilla y comienza a juguetear más abiertamente con tu humedad, que también es mía. Tu excitación que tambien ya es mía. Tu juego que ahora es mi juego a solas. Tus dedos que son mi envidia.

Casi un minuto de imágenes que miro y vuelvo a mirar en la soledad de mi habitación.

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