Otro año más de San Valentín.
Algunos para esa fecha preparan su kit de flechas, su mejor arco, peinan las plumitas de las alas y salen a revolotear alrededor de su amada.
Para otros es una fecha donde dejan las flechas para otra ocasión. Y otros las recortan para retroalimentar sus instintos asesinos.
Digamos que el amor nos lleva a dar una vuelta en su montaña rusa y como buenos bipolares podemos estar allá cerca de los cumulus nimbus o regodearnos en las llamas del infierno.
La cabeza trabaja frenéticamente a favor o en contra de nuestro frágil equilibrio emocional. Imagina, supone, desea, propone, fantasea, planifica, argumenta, idealiza, recuerda, repite, en fin, enloquece nuestra cabeza a veces para bien y otras tira 280 volts fundiendo lo poco que queda en pie.
Cupido es travieso, infantil. No piensa a quién va a lanzar sus flechas. Dispara, acierta y pasa. Pero sobre todo no crece. Sin pasión el amor no crecerá jamás.
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Hace 9 años.
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