Caminé por la orilla respirando ese aire marino que me hace tan feliz. Mirando la inmesidad que me hace sentir TODOPODEROSA y dueña del mundo. Sin embargo hay lugares donde me está vedado ese poderío. Ese lugar es tu corazón.
Corro un poco por la orilla y el frío del agua distrae mis pensamientos debido a un par de pies que se van congelando.
Me detengo en ese esqueleto tirado sobre la arena. Esqueleto desagradable y con una cabecita alargada que supo nadar libre como si no existieran los límites. Ahora lo veo ahí, desnudo, feo, mirando hacia el mar pero ya sin poder regresar a él.
Recuerdo las miles de veces que quise convencerte que lo mejor lo tenías frente a vos.
Recuerdo como hice que tus caminos se cruzaran con los míos.
Recuerdo que cualquier despliegue mío tenía un pequeño anzuelo de platino que engarzaría tu cuerpo y no te dejaría ir nunca más.
Recuerdo aquella futura cita prometida que nunca llegó a cumplirse. Esa hubiera sido la última oportunidad que tenía. Sin embargo, ningún as fue suficiente para lograr conquistar ese corazón. Ese corazón que puso la distancia suficiente para no dejarse atrapar. Para no dejarse conmover. Solo lo suficiente. Solo lo necesario.
Respiro ese aire que me hace volar a tu recuerdo. Imagino que puedo volar hacia vos. Impune una vez más creyendo tener todos los números para ese esquivo corazón.
Igual sonrío. Si hay un lugar del podio que me fue imposible alcanzar, la próxima vez quizás lo logre y pueda subir ese único escaloncito que me falta para llegar a vos.
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Hace 9 años.